Frase de grupo


¨Sin música la vida sería un error.¨(Nietzsche)


9 de junio de 2011

Vetusta Morla, maldita dulzura la vuestra



Daban las diez y en plena calle Preciados de Madrid, una cola de gente esperaba bajo un raro frío en pleno mes de junio y ante las posibles predicciones de tormenta, cosa tampoco frecuente en estos primeros esbozos de verano. Al comienzo de ella, próximo a la puerta de la Fnac de Callao, no cesaban de llegar curiosos, turistas y paseantes extrañados, preguntándose qué podría ser aquello que movilizaba a tanta gente. Esta vez no era ningún acto de los acampados de Sol, por muy cercanos que nos encontrásemos de ellos, sino el grupo que revolucionó la escena musical hace tres años con el lanzamiento de su album debut Un día en el mundo: Vetusta Morla.



Prefiriendo no pensar en el dolor de cabeza que venía atormentándome toda la tarde, consecuencias del no dormir y sí estudiar largas horas del día, una antes de la apertura de puertas un servidor ya estaba en la cola esperando ver a los de Tres Cantos, ¿y cómo iba yo a concentrarme en estudiar sabiendo que aquella noche iba a ver a Vetusta Morla? Jodido lo tenía. Era la primera parada en Madrid en la reciente gira que dieron comienzo en el festival murciano SOS 4.8. Y al fin pasadas las diez nos hacen pasar a aquella pequeña sala donde tantas veces a visto a mis más admirados grupos y he descubierto otros tantos. No se hicieron esperar, en cuanto la pequeña habitación se llenó entraron en escena. Agradecidos a su público por ser los primeros en comprar el álbum, condición necesaria para obtener la invitación a tan especial evento, ofrecieron un showcase centrado en el segundo LP que hacía pocas semanas que habían lanzado a la venta, Mapas, abriendo con la ya conocida por el público fiel Maldita dulzura. Un concierto acústico íntimo, donde se podía vislumbrar la clara cohesión de la banda, la belleza de sus letras cuidadas y la conexión con su público. Continuando con temas como En el río, Lo que te hace grande o la adictiva Boca en la tierra se advertía la falta de un miembro de la banda, el bajista Álvaro B. Baglietto, quien se encontraba entre el público, como dijo Pucho, vocalista del grupo, por petición propia y por un día ser el que disfruta del concierto. El mismo Pucho antes de comenzar con la canción que da nombre al disco explicó el sentido de la misma, un carácter profundo y esperanzador, el no mirar constantemente al pasado por haber tomado vías equivocadas en la vida, arrepintiéndonos vanamente, y encarar un presente por un futuro mejor. La anécdota de la noche tuvo lugar cuando se fue la luz al comienzo de Escudo humano, ante el asombro de grupo y público prosiguieron con la canción, y llegado el estribillo, a la hora de cantar el verso "Nos queda mucho más que hacer, que ver en la televisión como el mundo se apaga" Pucho no pudo contener la risa. Un concierto breve, de no más de una hora y cuarto, pero muy completo, que llegaba a su fin con la tranquila Canción de vuelta y la locura que desata la enérgica El hombre del saco. Sin embargo, desde los primeros temas el público pedía sin descanso aquellas canciones del primer disco y como único bis Pucho dijo que tocarían una sola más, una de Mapamundi (juego de palabras con los títulos de ambos discos de la banda), que no habían ensayado, pero no hacía falta: Copenhague.



Una noche realmente inolvidable, de esas que mientras lo vives no te crees que pueda ser real. Ellos son Vetusta Morla, y ayer por un momento nosotros fuimos su canción de vuelta a Madrid.

4 de junio de 2011

Buenas noches, somos Mucho y esto es lo que hacemos.



Con estas palabras Martí Perernau daba por comenzado el jueves pasado el debut en la capital de Mucho. Y después de poder dejarme fascinar con su rock tengo claro que es una banda que va a dar Mucho de qué hablar.

Después de quitarte de encima decentemente un examen de esos que te ponen los pelos de punta al ver el temario la tarde se presentaba de lo más atractiva, y oye que exámenes quedan y más difíciles, pero esa sería mi tarde libre. Por ello decidí dejarme caer por la Gran Vía madrileña una hora antes de la apertura de puertas, siempre viene bien ver un poco de novedades musicales en la Fnac de Callao y si encima te encuentras con grupos musicales, qué digo, amigos que les gusta tocar en la calle animando a los viandantes es un lujazo, y el que tuve el gusto de presenciar aquella tarde en Preciados me dejó con una sonrisa de oreja a oreja. Con canciones conocidas por muchos turistas y habitantes de la ciudad, tales como los clásicos de The Beatles Please Mr. Postman o Twist and Shout u otras que han sido radiadas por el mainstream más actual, se ganaron a la gente, les hicieron bailar, corear, dar palmas e incluso pedir bises, ¿qué político pensaba multar a todo aquel que se atreviese a tocar o hacer música en la calle? Replantéatelo amigo, están encendiendo a tus ciudadanos y dan vida a tus calles. Tras verles unos cinco o seis temas marcho a la Sala Sol donde me esperaba Carlitos, colega de toda la vida, y compañero musical de Cascos, mi compañero de blog. Apenas había gente a esas horas en la cola, mi afán de la primera fila me hace ir pronto a las salas, y si a eso le sumas que nuestros nombres estaban en listas cortesía de Mondosonoro, teníamos asegurado no tener a nadie delante. Entre el público se respiraba algo mágico, era un concierto ansiado para muchos de nosotros, también se podían ver caras conocidas, integrantes de grupos como Miss Caffeina, Supersubmarina, ex miembros de The Sunday Drivers e incluso al gran Alex Ferreira, al que profeso gran admiración. Y pasadas las once salieron al escenario a ofrecer una hora de energía hecha música. El grupo formado por Martí Perernau, Miguel de Lucas, Fausto Pérez y Carlos Pinto dieron comienzo con el ya conocido tema Si quieres, no de este album debut producido por el gran talento de Ricky Falkner (aquí mi lado de aspirante a productor es el que confiesa ser incondicional de este profesional de la música). Martí al frente, compaginando guitarras con teclados y sintes, no dejó a nadie quieto en la sala, aunque no lo pretendieras acababas bailando al ritmo de los once temas que componen el disco. Y como ellos mismo dijeron entre risas no iban a tocar más pues el disco no tenía más canciones que esas once, aún así nos regalaron una versión del Everybody knows this is nowhere de Neil Young.

Una gran noche en una mítica sala de la capital, y tras una semana de duro estudio, el cuerpo te pide una buena dosis de música y un concierto como este. Son Mucho, y prometen.