Rubén Pozo se independiza a lo grande en Joy Eslava

Foto de Andrea Gandarillas

Tras la separación temporal de Pereza ha habido mucha expectación acerca de cómo serían los conciertos de cada uno de los integrantes; de lo que estaba claro, tras escuchar ambos discos, era que Leiva mantendría el espíritu “Aviones”, mientras que Rubén pretendía romper y volver a los orígenes. Allí estuvimos, en Joy Eslava, para ser testigos de la presentación de Lo que más, donde Rubén Pozo puso las cartas sobre la mesa y enseñó sus ases.

La noche tuvo dos partes bien diferenciadas, donde el punto de inflexión fue una confesión que realizó el artista a los allí presentes. Salió al escenario a golpe de rock de barrio, Nombre de canción encabezó un set list dedicado íntegramente al disco reciente con algunos recuerdos del pasado. En esta primera parte Rubén fue escueto en palabras, no faltaron agradecimientos, ni mucho menos, pero estaba centrado en la canción y ahí pudimos oír Las horas muertas, ese gran Rucu rucu, ese himno que es ya para unos Chavalita, y prácticamente la gran mayor parte del disco. Quisiera resaltar el constante ánimo de su público, sin dejar de cantar cada canción ni corear su nombre, consiguieron arrancarle un “me lo estáis poniendo muy difícil para volver con Pereza”. Un buen concierto, la banda sonaba cohesionada y las canciones eran conocidas, pero faltaba algo y entonces, antes de Ozono, Rubén se sinceró. Reveló que llevaba unos días en tensión, había recibido ciertos mensajes negativos hacia su disco en redes sociales y la preocupación era palpable en él. Contó que en una conversación telefónica su amiga Sara Íñiguez (Rubia) le había dicho que la vida no era más que un juego. Pidió que se acabara esa tensión en él, se quitó la máscara ante su público y todos los allí presentes gritaron su nombre varias veces, ante tal apoyo y sobrecogido por la emoción Rubén no se pudo controlar y soltó el titular de la noche: “Os lo tengo que decir, ¡no quiero volver con Pereza!”. Soltó aquello que le comía por dentro y, con una sonrisa, presentó a Sara Íñiguez, con quien cantó Ozono a dúo, la gran composición de Rubén, con un final donde demostró su faceta de gran guitarrista. Desde ahí el concierto se convirtió en una subida, el Rubén intranquilo y nervioso ante la situación se convirtió en un Rubén satisfecho, disfrutando cada canción, e incluso interpretó una inédita en el disco, En cualquier parte, y permitiéndose hacer alardes de esa chaqueta de lentejuelas que lucía con orgullo. Volvió al pasado, por los viejos tiempos retomó canciones suyas de Pereza que, bien es cierto que eran más conocidas por el público allí presente, pero no por ello fueron menos coreadas que las nuevas de Lo que más; entre ellas Pirata, Madrid y Margot, esta última me sorprendió muy gratamente, gracias Rubén. Mucho más elocuente y con esa rock and roll actitud, puso fin al bloque principal del show con Pegatina, ese capricho de glam rock tan suyo, donde, además de presentar a su banda, se permitió bailar un poquito por la habitación, por su escenario, brincando y animándonos a todos nosotros. No podían faltar unos bises en el concierto, donde pudimos oír las canciones que quedaban por ser tocadas de Lo que más, Invierno y Como cualquiera, así como aquellas Pelos de punta y Manager, olé.

Ha ganado este primer asalto, al acabar el concierto sonaba por los altavoces de la sala la mítica sintonía de Rocky, y ahí estaba él, Rubén Pozo enfundado en un batín de boxeador con su nombre en la espalda  dispuesto a defender su disco. Aquellas palabras que cambiaron el curso de la noche las apoyo, no eché en falta Pereza como banda, después de semejante concierto, Rubén Pozo se ha independizado y como dice su canción Manager: “¿Qué es rock and roll?” Rubén Pozo es rock and roll. 

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