Frase de grupo


¨Sin música la vida sería un error.¨(Nietzsche)


9 de febrero de 2012

Emoción contenida en el acústico de Havalina

Foto de  Miki Ávila   

Nada más que con echar un vistazo a lo que habían convertido la planta baja del Costello Club, uno podía hacerse una idea de que las cosas iban a ser diferentes con Havalina aquella vez: filas y filas de sillas. Veríamos el concierto sentado. Mi acompañante/fotógrafo y yo optamos por primera fila.

Havalina tocaron hace muy poco en Madrid, celebrando su décimo aniversario con tres noches consecutivas en la sala Siroco, cada una tocando un disco de los suyos. Aún así, las entradas de este concierto se acabaron en menos de 24h. Un Havalina en acústico no es como para perdérselo. Y efectivamente, el concierto sirvió para conocer muchas de sus canciones, pero todas puestas del revés totalmente. Pudimos disfrutar de un Desierto que no perdía ni pizca de su energía del disco, a pesar de la falta de distorsión esta vez. Además, la banda no perdió ocasión para seguir experimentando con sus canciones: en Junio y Mamut, las melodías de las canciones se variaron sensiblemente, además de sus tempos, para adaptarse de forma muy original a este formato. Incluso Manuel Cabezalí se atrevió a cantarle a la guitarra, usándola como micrófono, el "¿Sabes? No me va mal" inicial de Sueños de esquimal.  

Una noche de múltiples sensaciones en la emoción al tocar las canciones tuvo que ser contenida en muchas ocasiones, no nos vayamos a salir del guión. Que se lo digan a los acordes finales de Incursiones (¡quitadme esta silla!).


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